En una visita que realice hace unos meses al Pais Vasco visite el museo de Oteiza, gran escultor y artista vasco del ya pasado siglo XX. Rival durante toda su vida de Chillida, las obras de Oteiza se caracterizan por su plasticidad y sensación de ingravidez, sobre todo a la hora de experimentar con el metal.
Su trabajo en el caso de los hilos de hierro hace percibir tal sensación. Estos se entrelazan de una forma casi incoherente que da lugar a esa forma esferica en parte real, en parte creada en nuestra mente.
Sin embargo, cuando es robustez lo que nos quiere transmitir, Oteiza consigue trasladar de nuevo esa idea al metal, nunca dejando la ingravidez de lado.
Del mismo modo que el metal es ingravido, la piedra es plastica y moldeable, aunque solida y pesada. En estos dos ejemplos vemos un fantastico busto, deformado en parte aunque de siluetas suaves y armonicas. Por el contrario el conjunto de figuras en linea, incompletas y toscas, pero igualmente armonicas en su conjunto.
Al igual que en la escultura, Oteiza intenta conseguir mediante la geometria, la sencillez de las formas y la abstracción la tan nombrada ingravidez de sus obras. Sin embargo, deja el contraste fuerte de colores fuera de su mente, solo aquello que realmente consideramos importante es en lo que fijamos la vista, por tanto la necesidad de color fuerte resulta innecesario dentro del contexto del cuadro.
1 comentario:
Una interesante exposición.
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