And now it’s no one’s fault, but yours,
at the foot of the house of cards.
I’m sinking in, until you return.
Era extremadamente delgado, pero tenía el porte recto, casi militar; los cabellos oscuros y el rostro pálido, tan pálido como la luna. Sus ojos eran grises y penetrantes, sabía hablar admirablemente bien, y sus modeles eran elegantes. Siempre vestía de negro, como un emisario de la más oscura de las noches…
Edgar Allan Poe (1809-1849) vivió envuelto de un halo difícil de definir. Su carácter peculiar y su imaginación fuera de lo común le permitieron escribir numerosos cuentos, y el mismo se fraguó un estilo propio. Pese a esto, muchas de sus obras tienen un ligero trasfondo autobiográfico: sus amores imposibles o frustrados, su pasión por lo oscuro y lo mórbido o el reflejo de experiencias personales constituyen las características tal vez más conocidas de sus relatos.
“El gato negro”, “Ligeia”, “El corazón delator” o “La caída de la casa Usher” representan el lado de Poe que creo que todo el mundo conoce: los cuentos de terror, los ambientes oscuros y la presencia constante de la muerte. Poe fue uno de los representantes más importante del romanticismo en los Estados Unidos.
Edgar Poe fue adoptado por los Allan, una familia rica de Richmond (Virgínea), cuando sus padres, dos actores de tercera fila, murieron-tal vez su padre desapareciera- cuando sólo era un niño. Así pues se crío en el sur de los Estados Unidos, y muchas de sus críticas, manifestaciones y también su personalidad deben entenderse como influenciadas por su educación, por el hecho de ser un “caballero del sur”.
Poe fue un alumno brillante. Le apasionaba la literatura, devoraba todos los libros que tenía a su alcance y ya empezaba escribir sus primeras poesías siendo muy pequeño, influenciado por la larga sombra de Lord Byron y Wordsworth.
Poe quería ser poeta. Ya en la adolescencia, el escritor empezó a tener problemas con su “padre”, lo que más tarde le traería numerosos apuros y discusiones; y dejó de sentir que la mansión de los Allan era aun su casa, consciente de su realidad.
Allan quería que Poe fuera abogado. Cuando el poeta ingresó en la universidad de Virgínea, este no le mandaba dinero suficiente para que Poe estuviera a la altura de sus compañeros: en la universidad el juego, el alcohol y los duelos era algo habitual. Aquí el escritor empezó a descubrir la bebida, y el terrible y misterioso efecto que en él producía. A Poe, un vaso de alcohol le sumía en un profundo estado de embriaguez, y si bebía más, los efectos de sus borracheras causaban estragos en su organismo: días enteros de recuperación y debilidad. Pese a ser un orador brillante y un alumno de destacadísimo talento, Poe tuvo que dejar la universidad, a causa de las deudas del juego, que no pudo pagar a causa del poco dinero que le mandaba el señor Allan.
A partir de este punto, Poe y Allan siguieron con sus diferencias y asperezas; y Poe decidió seguir sus ideas, ser poeta, y olvidar los deseos de su padre adoptivo. El tiempo demostró que el escritor tenía razón; su verdadero talento estaba en la escritura; aunque le costó un precio elevado: la miseria y los problemas personales; pero fue siempre fiel a sí mismo, a pesar de todas las consecuencias que esto trajo. Poe ingresó en el ejército, y en una academia militar, pero esto era algo para lo que no estaba hecho. Demasiada mediocridad, demasiado poco estimulante intelectualmente, y demasiado poco tiempo para leer y pensar. Además, Poe empezó a manifestar síntomas de debilidad cardíaca; por lo que se hizo expulsar primero del ejército, y después de la academia.
Poe decidió llevar a cabo su determinación de ser poeta, y persiguió hasta su muerte la idea de fundar una revista en la que explotar abiertamente su talento y sus ideas. El escritor viajó a Filadelfia, Nueva York y Baltimore, donde intentó hacerse un hueco en la sociedad de las letras estadounidense, aunque no tuvo mucho éxito, pero el poeta aún era joven, muy joven.
En Baltimore encontró a su familia definitiva, que le acompañaría siempre. Su tía Maria Clemn; que fue como el ángel guardián de Poe toda su vida, su hermano-que desapareció rápido presa de la tuberculosis-, y su prima Virginia; con la que finalmente (e incomprensiblemente) se casaría; aunque tuviera 13 años, el aspecto de una niña toda su vida y fuera mentalmente un poco retrasada.
Durante esta época, Poe trabajó en algunos periódicos, cobrando un sueldo muy bajo. Multiplicaba los suscriptores de cualquier periódico en el que trabajara, ganaba concursos y premios, y poco a poco, empezó a ganarse un sitio en el mundo de las letras estadounidense. Al mismo tiempo, alternaba sus períodos de creatividad y sobriedad con los períodos de embriaguez, que tanto le dañaban, y que tantos escándalos le devolvían.
“El Cuervo”, “El Escarabajo Dorado”, Los Crímenes de la Calle Morgue”… El talento de Poe invadía las salas de los “literati” del norte, mientras estos se indignaban ante las agudísimas críticas que un “escritor del sur” les dedicaba, destrozando sus obras, y dejándoles a la más ínfima altura, sin importarle esto a Poe lo más mínimo. La leyenda negra de Poe seguía creciendo: siempre de aspecto grave y envejecido pese a su juventud; la madurez sentaba bien al poeta, que siempre brillaba por su elegancia y su corrosivo sentido del humor, y por los escándalos y detalles románticos que giraban en torno a su vida: borracheras, historias de amor, y viajes inexistentes a Francia y España, que él mismo se inventaba para agrandar su historia.
Y en efecto, a pesar de que se conoce a Poe por sus relatos de terror, Poe fue un crítico de una inteligencia impresionante, temido y envidiado por sus escritores coetáneos. Se tachó que Poe sólo escribía sobre temas mórbidos, pero lo cierto es que era hábil en cualquier formato. Escribió relatos filosóficos, como el “Coloquio de Monos y Una”, “El Poder de las Palabras” o “Sombra”; cuentos paisajísticos, en los que simplemente se dedicaba a describir, como “La Isla del Hada”; pero es que además inventó la novela policíaca, tan de moda hoy en día, con el agudo detective Dupin (su alter ego, un personaje de desbordante inteligencia) en “Los Crimenes de la Calle Morgue” y sus dos continuaciones. Y no sólo esto, también era escritor brillantemente analítico, como demuestra en “El Escarabajo de Oro” o en “Un Descenso al Maelström”.
Poe se defendía, argumentando que de nada le valía trabajar un mes constantemente, si solamente se le reprochaban sus episodios más penosos, poseído por la bebida, y más tarde por el opio y el láudano, drogas que utilizaba como estimulantes para su débil corazón. Y es cierto que muchas veces desperdició oportunidades y arruinó empleos a causa de esto; pero también es verdad que no se tenía en cuenta su voluminosa correspondencia, su gran cantidad de obras en prosa y la enorme cantidad de libros que leyó, incluidos obras matemáticas y astronómicas (su enorme agudeza se debía también a que era un gran lector, lo que le permitía escribir sus incisivas críticas).
La peor etapa de su vida tuvo precisamente lugar en sus últimos años. Su esposa Virginia murió, y Poe perdió su compañía incondicional. Extrañamente, el más solitario de los hombres no sabía estar sólo. Cuando Poe no tenía nadie a su lado que le acompañara, como su esposa, o su tía Maria Clemn, estaba más perdido que nunca. Buscó otra esposa, otras amigas, pero la bebida y su inestable personalidad alterada por los nervios siempre acaban arruinando sus intentos.
Todas sus obras maestras había sido ya escritas, y Poe estaba en la cima. Leyenda oscura en vida, temido por sus críticas, y admirado por sus obras, Poe dio algunas conferencias, y publicó “Ulalume”. Pero el poeta seguía perdido. Finalmente, después de algunos viajes en los que se movió en sus círculos habituales, Poe fue encontrado borracho, prácticamente inhumano. Deliró en ese estado, aguantó unos días más, pero finalmente murió. Sin que su tía y sus íntimas amigas supieran donde estaba. Desde su muerte, entusiastas y críticos siguieron escribiendo acerca de su vida, y como dice Cortázar, a Poe le hubiera encantado estar ahí para inventar nuevos detalles.
En mi opinión, Poe era un magnífico escritor. A riesgo de resultar un poco raro, sus relatos de terror, sus típicos cuentos de catalepsia y sombras, son los que menos me gustan. Me encanta como escribe. Poe tiene una habilidad impresionante para narrar y describir, y sabe embaucar como el mejor estafador. Su prosa cuidada y poética, es la más elegante que he leído hasta ahora.
Me fascina la agudeza y la enorme cultura que se desprende de sus textos, su terrible inteligencia es impresionante. Analítico u oscuro, siempre sabe de lo que habla. Creo que fue una persona muy culta, ya que sabía varias lenguas y entendía y era capaz de escribir de ciencia con una coherencia asombrosa.
Me gustaría hablaros y recomendaros dos de sus relatos. Sinceramente son relatos menores, pero la verdad es que son de mis favoritos. El primero es un breve relato titulado “El Duque de l’Omelette”. A mi no me gusta que me cuenten los cuentos que me recomiendan, ni los finales de las películas o de las novelas que están de moda, pero en este caso, y muy a mi pesar, me resulta difícil no hacerlo. Aunque intentaré justificarme argumentando que en este cuento lo importante es como cuenta Poe su historia; de todas maneras, intentaré sólo hacer un resumen. El Duque de l’Omelette muere a causa de un paroxismo de asco, cuando se da cuenta que su cena, un ave peruana bellísima, es presentada sin plumas. En el infierno, tiene la gallardía de retar al diablo a un duelo de esgrima, porque no piensa aceptar que el príncipe de las tinieblas le obligue a desvestirse. Asombrosamente, el diablo no sabe el arte de la espada; pero l’Omelette se apuesta su eternidad dos veces en una timba de ultratumba, con la redención como victoria.
Y finalmente, os hablaré de mi relato favorito de Poe. Como os adelantaba antes, es un Poe menor, que se titula “El Ángel de lo Singular”. Es un relato que he leído un par de veces, y creo que es un verdadero placer disfrutar de él. Es un relato muy divertido, y muy agradable de leer. Además creo que tiene un mensaje interesante. El protagonista sufre la venganza del ángel de lo singular, el encargado de que ocurran todas las extravagancias que ponen nerviosos a los escépticos (como yo mismo); simplemente por el hecho de no creer en él. Poe dice que creamos en lo singular, en lo raro, en lo que no es normal que ocurra. Pero al mismo tiempo también nos dice que creamos en nosotros mismos, porque al fin y al cabo, eso fue lo que hizo él. Se burló con singularidad de quién quiso, y fue lo que él deseó. Escribió siempre de lo que le apeteció, y con este cuento, Poe nos invita a ser especiales.
Porque si hay algo que Poe tuvo, fue ese ángel que le hizo ser especial. Yo creo que todo el mundo tiene su particular ángel de lo singular, lo difícil es saber escucharle, y más aún creerle. Porque para Poe:
“Todo lo que vemos o parecemos es solamente un sueño dentro de un sueño”
De hecho, Poe sigue bebiendo a costa de todos, ya que cada año, en la noche de brujas, fanáticos, curiosos y admiradores vierten brandi en la tumba del poeta, se interpretan obras de teatro y se toca jazz en su honor. Tengo muy claro que si voy alguna vez a Baltimore, invitaré a Poe a una copa, por lo menos, por mi parte se la merece. Eso sí, de Martini con limón.
Os dejo aquí los dos relatos de los que os he hablado, aunque os recomiendo que leáis cualquiera de los de Poe. Espero no haberos aburrido mucho, y ojalá os entren ganas de leerle.
“El ángel de lo singular” -> http://www.scribd.com/doc/10570395/Edgar-Allan-Poe-El-angel-de-lo-singular
“El duque de l’Omelette” ->http://elprestamoeslaley.blogspot.com/2009/01/poe-el-duque-de-lomelette.html
Si tenéis curiosidad sobre la vida de Poe, consultad la biografía que hizo Cortázar del Poeta.